stereo sonic

28.7.11

The whys and hows.

   A veces nos subimos a trenes de los que no podemos bajar. Oímos pero no escuchamos las indicaciones de los que ya recorrieron el camino, ni de los que desde la estación nos informan de las consecuencias del viaje. Nunca nos gustó pensar en las consecuencias. ¿Por qué tiene tanta luz este día tan sombrío? 



   Nos limitamos a avivar el ardiente fuego que sobre carbón le hace avanzar, y a sentir el vértigo que nos recorre cuando miramos desde lo alto de la locomotora. El mismo vértigo que nos mantiene vivos, y nos hace ser humanos... y también equivocarnos. ¿Pero quién no arriesga? ¿O promete? ¿O se equivoca?

   Y mientras pensamos en las consecuencias, y el miedo a fallar está atento a las próximas estaciones, el tren avanza tan rápido que solo el fin de las vías, o los rayos de una tormenta de verano podrían pararlo. Hemos perdido el control y dejado de ser maquinistas. Ahora somos magos, mágicos. El  accidentado carbón ya no juega ningún papel en el viaje. Nuestro único miedo: que los rayos que con nuestros abrazos invocamos cada día, provoquen una tormenta en vez de impulsar los vagones... y que, paradójicamente, paren el tren. 

   

24.7.11

I hope it can last forever.

    Hace tiempo comentaba en una de mis entradas que el primer año que llegué a Madrid me gustaba observar la Gran Vía cada vez que cruzaba el semáforo de Plaza de España, y sentir que estaba en Madrid, y que para bien o para mal estaba donde había elegido. También comentaba que aunque este sentimiento me alegrase cada vez que se repetía, estaba representado por la primera vez que lo había experimentado.  Y sobre ello va la entrada de hoy, sobre la pequeña manía que tengo para retener las primeras veces que ocurren las cosas. 



   Gracias a esta inconsciente forma de acumular recuerdos, tengo grabada en mi memoria ciertos momentos que, si los colocara en línea recta sobre una cartulina verde, representarían mi vida. 
   Entre ellos puedo destacar la primera vez que fui a un campus de baloncesto, y hablé con Javi, quien sería después mi mejor amigo; la primera vez que me regalaron una Game Boy, o la primera Game Boy que me regalaron, y la noche entera que me pasé jugando al Super Mario (aunque con Luigi); la vez que mis padres compraron un ordenador y estuve toda la tarde escribiendo en el Word y jugando al Buscaminas; el primer torneo de baloncesto en Ibiza, y el desmadre en los camarotes; la otra en la que hice el primer viaje con mis compañeros de clase a Barcelona, y tuve la oportunidad de hacer el bobo por la noche con amigas como Ana y Patri.

   La primera borrachera en San Mateo con un botella de vodka (para 8 personas); el primer beso y la primera *****, fuera de todo y sintiéndome en un mundo aparte; el primer recorrido en metro a la universidad, y el calor asfixiante en Ciudad Universitaria a las 7:30 de la mañana; la primera fiesta el primer día con mis primeros compañeros de piso; ... y más primeras veces que ha habido hasta la última: el primer día con Internet en el móvil, y mi primer smartphone. Éste ha sido un regalo de Pablo, por lo que él, Yanyan, la ensalada varesA así como los camareros drogados del Vips, y Anne Hathaway pasan a formar parte de uno de esos recuerdos que no me hará falta acordarme un día por casualidad, porque se que no los dejaré de tener presentes.

   Y ahora ya, no hablando del pasado, quiero mencionar que ayer no fue un día de primeras veces, y sin embargo tampoco lo quiero olvidar (especialmente el final del día). He tenido esta semana lo que antes consideraría motivos para no estar bien, y sin embargo, me gustaría acordarme de cada una de las partidas al Tiny Wings, y de cada una de las pelis que he visto. Es difícil tener una racha de subida de adrenalina en tu vida, de hecho, lo más normal es tener el efecto contrario, el que sentíamos de niños cuando volvíamos de un campamento de verano después de no parar durante quince días y le decíamos a mamá ¿Qué hago? ¿A dónde vamos a ir esta tarde? ¿Qué hacemos?. Pero, si ese "más normal" se torna en tranquilidad, en mantener el poder suficiente para que lo malo no te afecte, y en querer recordar como en las primeras veces aunque no las haya, ¿no es acaso motivo para estar feliz? 


 

13.7.11

No Rod, I have never seen Lorraine. Thanks for asking.



   Someone told me long ago, there's a calm before the storm que a base de hostias se aprende,... a tomártelas con calma al menos. 


   En Italia, cuando mandaban Los Borgia, hubo mucho terror, guerras y matanzas, pero también fue la época de Miguel Ángel, de Leonardo Da Vinci, y del Renacimiento. En Suiza pasó lo contrario, hubo 500 años de amor, de democracia y de paz,... ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco.


   ¿Alguien más me pide que sea positivo?



10.7.11

Siempre quise ir a L.A.

   He llamado al 4ºB por instinto, porque no me acordaba del piso. Tampoco sabía a qué lado girar al salir del ascensor, ¿te acuerdas cuando jugábamos al Medal of Honor? Y hacíamos chistes malos sobre el conejo de tu hermana. ¿Qué tal está tu hermana? Los conejos de campo son los mejores, bombean más la sangre. 

   Íbamos y volvíamos de entrenar en el coche escuchando Las de la intuición, porque te acababas de sacar el carnet, y porque el anuncio de Seat molaba. Vaya ostión lleva tu coche, ¿no? Menos mal que tenías la espalda trabajada, ahora todos vais a gimnasio.

   CARI! Cari, Cari, Cari, Caaaari!... ¿Ya vas entonada Anita? Noo, es la primera copa. Cristina sí, Cristina está en su propia población. Ahhh! Se me ha pinzao un huevo. Ana, ¿mañana te acordarás verdad? Diego, que yo te quiero a ti, da igual que yo te quiero a ti. Esto es seda de mariposa, y son las 5:47 ¿se está bien aquí eh? Ya lo se. También se que tú me quieres, pero por favor estate con ellas ¡! Esto no es para ponerlo en tuenti. 

   Me voy, dime tres canciones que hayamos escuchado esta noche y me voy. DJ Got us falling in love again, Una vaina loca, y ... ¿nos hemos acordado de Lucía no? Sí. Y..., y... Vale, no me voy. No quiero que te vayas.

   Cada vez que vuelvo a Madrid, y a pesar de ser muchos, no son solo los recuerdos de una noche lo que dejo. Dejo a gente que ha cambiado, que ha madurado, o que aunque no lo haga nunca, siempre serán mis amigos, y con los que puedo compartir unas horas sintiendo que no he dejado de verles, y sin posibilidad de pensar que al día siguiente no los tendré. 

   Pero es que los tendré, y me tendrán. Y tú me tendrás siempre, y por muy lejos que estemos el uno del otro siempre podremos hablar después de comer para sacar unos billetes y cenar juntos por la noche, y quiero que lo recuerdes. Porque es importante, al menos para mi, que lo recuerdes todo.