stereo sonic

19.8.11

For all we know we might not get tomorrow.

   Han sido muchísimas las mezclas de sentimientos y estados que he experimentado estos días: soledad, tristeza, embriaguez, tristeza, esperanza, felicidad, aceptación, soledad y relajación. Y en ese orden. 

   A menudo hablo sobre las amistades, y es porque las valoro mucho. Pues bien, hoy hablaré de Natán, que ya lo mencioné en alguna entrada anterior, pero no lo presenté. Con la gente, en general, se suele empezar guay, yo siempre dije que todo el mundo es majo para pasar una hora. Con Natán, sin embargo, tuve un comienzo un poco más difícil, pero los dos tenemos un punto en común muy fuerte: somos adaptables. Valoramos el estar juntos y sabemos que estaremos bien allí donde estemos, y por eso mismo no ponemos muros, sino que... nos adaptamos... y eso nos hizo superar el primer muro. 

   Cuando después te distancias una temporada de alguien, lo más habitual es que la relación se enfríe. Que la otra persona se convierta en alguien a quien "reconocer" cuando te lo encuentras por casualidad en la calle, o en "reconocer" también cuando quedas con ella en un bar para charlar del momento de la vida en el que coincidisteis. Y hablo de reconocer porque, obviamente, esa persona ya no es la misma, cambió debido/y-junto a sus circunstancias. No obstante, hay un reducido grupo de gente con la que esto no ocurre: tus amigos, o más bien, tus pocos-y-siempre amigos. 

   Con ellos la cosa es distinta, pueden haber estado poniéndote excusas durante un mes para no quedar porque no les salía del pito beber, o salir de fiesta, o ese plan que tú proponías (aunque se quedaran en casa viendo la tele); pero son capaces de coger el coche un lunes a las 00:00 de la noche para, tras media hora de viaje, darte un abrazo y hacerte sentir que no estás solo. O escribirte 10 privados a tuenti y sumarle 10 mensajes en el móvil a las 10 llamadas perdidas. O hacer cualquiera de esas cosas estúpidas que tú, de igual forma, solo harías por cuatro o cinco de esos 200 "reconocidos" que tienes en facebook. 

   Había estado todo el mes de junio, y un poco más, sin ver a Natán. Por exámenes, o por egoísmo y dejadez para sacar media hora un día. Por darle prioridad a otras cosas. Por esas excusas que se ponen. 

   Y después de todo ese tiempo, compartió mi embriaguez, trató de calmar mi tristeza, y colaboró en mi relajación. 

   Y en solo ocho días vuelve Kami de Marruecos, otra muy adaptable. Y en doce, Jaime (de alguien que organiza fiestas mexicanas en su piscina ¿Qué deciros?). Y en tan solo dos, Pablo acaba de currar. Y me sobra un dedo de la mano, pero estoy feliz porque sinceramente, no tengo ninguna gana de levantarlo. 

   Las cosas malas que ocurrieron, no tienen importancia. Me quedo con ellos, mis amigos, con los que se reafirman en las peores ocasiones, y con los que compartiré las buenas rachas que llegan tras las malas. Y aunque tenía preparada Edwin Collins & The Drums - In Your Eyes para una entrada cuyo texto era mucho más deprimente, os recomiendo que la escucháis pero dejo una canción que sintetice lo que quiero recordar de estos días de tantos sentimientos.


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